Un buen día, de repente, en un horario preciso de la tarde, todo el peso del mundo, o sea, la "realidad real", cae sobre mi, me aplasta y me sume en un pozo negro en el cual, ninguna luz entra.
La certeza de la muerte, la sombra del dolor, la distancia irreducible, la ausencia, el insondable vacío original, el fantasma palpitante de la enfermedad, la lentitud de las horas, o su velocidad, la duda eterna.
Todo el peso del mundo sobre mi. Y no sé si puedo seguir caminando.
Imagen: Grete Stern
Imagen: Grete Stern
Hace unos cuantos años atrás hubo una inundación y una mujer quedó atrapada entre las aguas, en el techo de su casa con sus dos hijos. Los sostuvo durante cinco horas uno en cada brazo. Nunca me pude olvidar de esa imagen. Cuando le preguntaron cómo consiguió sostenerlos durante tanto tiempo, dijo que no sabía, simplemente sabía que no los podía soltar. Es decir, uno no sabe de antemano cuanto peso es capaz de soportar.
ResponderEliminarUna señora de mi pueblo decía "ojalá nunca sepamos todo lo que podemos soportar".
ResponderEliminarLos dos comentarios muy acertados, podemos mucho más de lo que creíamos.
ResponderEliminarExactamente así, me sentí esta noche...
ResponderEliminarUn beso o 2 !
Como una inmensa losa de mármol sobre el pecho. Una losa más pesada que la de nuestro sepulcro...
ResponderEliminarPodrás. Y lo harás porque, finalmente, te habrás acostumbrado a saborear la tortura que puede llegar a ser a veces el sonido de un reloj.
ResponderEliminarY no sé si es bueno. Pero es que tampoco sé qué es "malo".