martes, 27 de diciembre de 2011

Abismo



Alrededor del abismo. Caminando, arrastrando los pies. El vértigo, el infinito negro que se devora la inútil hipótesis o la mínima ilusión.
Alrededor del abismo. Girando, la fantasía inmemorial del círculo. Los círculos. El constante retorno, al principio y al fin.
Alrededor del abismo en cuyas fauces no hay principio ni fin. Hay nada: NADA. Lo que no puede decirse, ni siquiera figurarse, imaginarse. NADA. Dios puede llamarse nada y viceversa.
Sé que estoy, desde el instante mismo en que fuí arrojado, como una lanza, como una piedra o como un escupitajo, todo el tiempo, rondando el abismo, surcando, sudando sobre una cornisa interminable
Alrededor del abismo, en los bordes mismos. En la inseguridad que late como una bomba a punto de estallar, también en el mínimo goce. El mínimo goce, abajo NADA.