viernes, 21 de marzo de 2014

Muerte (IX)


  • Ver la muerte. Sentir su aliento frío en la nuca. Sentir sus manos delizándose despacio de los hombros hacia abajo. Sentir su peso aplastando la víctima blanda. Sentir como se va apoderando de tu cuerpo. Los ojos nublados. El temblor crucial en las piernas que antes fueron fuertes. El abismo ensanchándose en el vientre. Los pasos de sus pies avanzando como una horda oscura por la patria rendida de la espalda. El griterío de cuervos impiadosos colándose por las orejas. Un hormigueo en los brazos. Sentir su bandera clavándose en el pecho, un poco hacia la izquierda.

lunes, 17 de marzo de 2014

Muerte (VIII)

Es una verdad casi universal, la muerte ilumina el camino de alguien, como si todos fuésemos sombras de un otro indeterminado y cada cual tuviera su sombra. 
También los novelistas resuelven un relato que se tornó espeso recurriendo al artilugio de la muerte. O Quizá es la muerte la luz al final del túnel. 
Lo que se complica, de repente se agiliza con una muerte que, mayormente, no va a trastornar el desarrollo del mundo. Puede que por eso también, se mate con tanta facilidad.
La muerte que se encarga y la que se ejecuta por mano propia no es un movimiento tan distinto al de sacar las bolsas de la basura, eliminar lo que molesta, dejar fuera de juego a nuestro rival, nuestra sombra. Un magnicidio puede solucionar una disputa de poder, un ansia personal o el destino de millones.

Y además, la muerte azarosa y repentina que íntimamente nos tranquiliza y hasta a veces, parece difícil ocultar la dicha que nos produce. 
Cuántas deudas acuciantes pueden llegar a extinguirse con el muerto.