martes, 26 de febrero de 2013

La disyuntiva


Todo es un poco igual de alguna forma, un insoportable o agobiante magma, un remolino que arrasa porquería y cosa buena. Y así, duele lo que se calla, por piedad o mala intención, y lo que se dice, por ansiedad o verborragia imparable. Y duele lo que se muestra y lo que se oculta con descaro. Duele lo sucio o lo limpio, las rigideces morales que se estiran como chicle. Se condena al otro y se compadece lo propio. Duele la verdad y duele la mentira. Y la verdad que se torna mentira y la mentira que se revela, y entonces ya es verdad. Y también las verdades dichas con mentiras o al revés, y las dichas a medias. Se sincera y se miente en dosis convenientes.
Y todo duele, eso parece, cuando implica NO. No hay forma de que no duela, eso parece, insisto, cuando se intenta deshacer aquello que da seguridad: "es la costumbre, la costumbre". Cuánta costumbre es necesaria para adormecer a un hombre, para anestesiarlo y que sólo lo arranque de su limbo un lígero cambio, que no afectará el transcurrir del mundo, ni aplacará el hambre de nadie ni la sed ni el dolor, y sin embargo, es ahora la tragedia de su vida.

lunes, 11 de febrero de 2013

Condenado


Está, aquello que se planifica demasiado y que de tan manoseado, se corrompe. Lo que se prepara con excesiva meticulosidad y que por mirada de personas interpósitas, acaba pudriéndose en la cloaca de las malas intenciones y deseos.
Está lo que se sueña eternas noches de insomnio y que, cuando llega, ya está frustrado y perdió pureza y fuerza. En vano la voluntad de enderezar lo que se dobla al fuego de la envidia o el despecho. El odio trabaja sin sutileza ni escrúpulos.
Está lo que atrae los incontables ojos envenenados. Lo bello siempre provoca, pero un acto de amor termina contagiándose la pus y la inquina.
Están las inquisidoras manos detrás del goce, de ahí que la mentira y el ocultamiento se transformen en escudo precioso.