jueves, 27 de diciembre de 2012

La condición



Nadie piensa, nadie se imagina nunca, que mirar a los hermosos ojos, mirarlos fijamente, casi con empecinamiento, con pretensioso encanto, con seductora intensión – no segundas intenciones, si primeras – se convertirá en instante de infortunio, en error, en herida que no cesa – nunca cicatriz – y supura largamente, como la inmisericorde pus de las horas de un preso condenado, su infartado reloj, su almanaque borroneado.

martes, 11 de diciembre de 2012

Muerte (VII)



Cuánto duerme la gente y cree estar viva mientras muere dormida. o duerme "morida". Así dicen los niños,  porque una persona dormida es también muerta, “morida”.
Cuánto malestar se ahorra en el sueño, tan descansado, nada se arriesga ni se pierde, apenas horas de abrumadora vigilia. Ya se dice en los libros que no mata la bala ni hiere el amor. Relajada es la vida del sueño. Además se dice en las mismas páginas que los muertos no quieren volver. Y con razón.
Si el sueño fuese un anticipo de la muerte, eso parece, un simulacro, porque los movimientos del dormido no están coordinados sino que parecen fruto de la energía soñadora, coherentemente, nadie querría volver. Porque ni siquiera en pesadillas uno sufre tanto, y en los amorosos trances todo es un poco utópico y perfecto. No hay la guerra cotidiana ni la injuria, el gratuito improperio. Es tan dulce el adulterio y la mentira. Fascina el sueño erótico, el orgasmo en volutas. Después, la voluntad y el interés lo degradan.
Es verdad que a veces un manjar se queda en el límite de los labios, una croqueta no llega a morderse, pero igualmente no se sufre el hambre. Y por eso tampoco el desamor, ni la muerte. Transcurre el sueño de una forma distendida. No hay condena divina. No hay chirriar de dientes. La muerte sin más.
Quién no quiere regresar al sueño donde se es un poco héroe. Y volviendo, quién querrá regresar a la vida, donde siempre todo está perdido y nada se tiene.