martes, 17 de agosto de 2010

Muerte (II)


Me gusta pensar que la muerte es simplemente un paso. Quizá, el paso de un estado a otro. Pero lo que más me gusta creer es que abandonamos un cuerpo y ocupamos otro. Siempre intenté convencerme de que la muerte como desaparición era una farsa, convencerme de que no podía existir un estado definitivo en el cual "yo" ya no sea nada, ni para mi ni para nadie.
Asi es que, a los seis años cuando le pregunte a mi mamá si alguna vez yo también me moriría, y ella contestó, supongo que sudando todas sus tristezas, que si, me puse a llorar como loco y anduve muchos días, sin pensar en otra cosa que no sea mi propia muerte.
Imaginar que al morirme iré a entrar en otro cuerpo es, ciertamente, algo que puede sonar muy divertido, pero el problema es que, como creencia tiene sus falencias. En principio, porque tendría que ir a ocupar un cuerpo ya ocupado, o sino estarme esperando a ver cual es el cuerpo que va a nacer y que me vaya a tocar en la repartija. Pero de todas formas, "creer" no admite refutaciones filosóficas o científicas. Uno simplemente cree, porque sí.
Por eso sigo pensando, yo también, que morirme sólo será un trámite en el que dejaré un cuerpo para ocupar otro y al morirse ese cuerpo otra vez, y así hasta el infinito. Me resulta inadmisible la muerte absoluta. Por eso ha de ser que me inventé esa fe.
Me aterra, eso si, pensar que mañana podría caminar con el cuerpo de un asesino o un pedófilo. El cuerpo del dictador más sangriento. Entonces, es cuando mis creencias se pelean con mis sueños, y sólo quiero dejar de pensar.

6 comentarios:

  1. Yo quiero que, cuando me quede definitivamente en horizontal, me pongan What a wonderful world, por Joey Ramone. Ya di las indicaciones. Quisiera estar cerca de mis perros, mezclada con ellos. Nada más, después. Desaparecer. Proust dice en El camino de Swann que reencarnamos en objetos o bestias, basado en una antigua creencia celta. Y que seremos muy afortunados si rozamos el árbol o la piedra o el animal en el que anidan, ahora, los seres que perdimos. Lo digo muchas veces: creo ver, muchas veces, a mi padre mirándome desde los ojos de Valentín, el mayor de mis perros; es una sensación tan rotunda, tan lacerante, que nada me alcanzaría para refutarla. Leo todos los cuadernos de Edmundo, porque me hacen bien. Un beso más allá de todos los abismos.

    P.S.: La música, invariablemente, perfecta.

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  2. Yo creo que la muerte es definitiva y por eso liberadora de todas las penurias que nos da la vida, que a todos nos da algunas. Es, simplemente la muerte.

    Me llamó la atención lo de la pregunta a tu madre, yo tuve contacto real con la muerte siendo bastante pequeño. Lo explico en mi entrada http://dissortat.blogspot.com/2009/01/el-viento.html

    Si quieres echarle un vistazo...

    Saludos, Edmundo y gracias por pasear por el Bosque de la Larga Espera.

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  3. A veces pensamos la muerte de tantas maneras,qué hacemos la propia teoría,...hay un libro,una novela que se llama..."la ley del amor" de Laura Esquivel..qué habla un poco de la reencarnación del alma,que en realidad no existe la muerte absoluta,y uno reencarna en el cuerpo que le corresponde por Karma...pero todo está ligado a la propia existencia. Uhmm.Me gusta como miras las cosas. Un saludo.

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  4. Morir es aún más seguro que vivir. Inevitable sin remedio. Morir, dormir, tal vez soñar... algo así dice Hamlet. Y así prefiero verlo yo.

    Un abrazo

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  6. Cuando pienso en la muerte me acuerdo de este principio: "la energía ni se crea ni se destruye, tan solo se transforma". Y aunque desconozco la base científica de esta afirmación, se me da por pensar que la vida es energía que va tomando distintas formas. Y que la naturaleza y la evolución es un baile de energías en el que las fuerzas están en un permanente equilibrio. Así que cuando en un lugar se muere una mosca, en otro nace una flor. Me gusta pensar en ello porque en cierto modo nos iguala a todos los seres. O porque quizás pienso que de algún modo no se destruyó por completo la vida que habitaba en aquellos a quienes perdí prematuramente. Sin embargo me temo que la esencia se muere con el cuerpo, y todo aquello que somos, o que una vez fuimos, está condenado a la descomposición o a la ceniza.Y cuando muera, toda esta energía que me mantiene en movimiento, se irá a cualquier otro lugar, y pondrá en movimiento a un nuevo ser. Pero en todo caso no seré yo, ni he de saberlo. Por cierto, es curioso encontrarse esto tras haber leído tu poema...¿Será que Edmundo y el Joven llamado Cuervo tienen más en común de lo que aparentan...?

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