No estoy deprimido. Desperté con los mismos problemas de aseo y abandono, pero con una sonrisa que atravesaba mi cara como un tajo profundo de cuchillo. De noche soñé con un rostro conocido desde siempre, pero jamás visto. Y a la mañana amé el sol, los colores y la brisa.
Y el rostro del sueño me llevó, atado, con los aromas del amor en la nariz. Pinté mi cara, la despojé de grasas, le dí tijeretazos a mi pelo y adecué mis pantalones a la moda. El rostro del sueño me llevó.
Nunca nadie ha llegado al horizonte, hoy pienso que ni siquiera eso necesito. Tal vez, vaya detrás de una nube, de un resplandor, de un sonido, pero tengo que atrapar esa forma perfecta parida en las fauces de mi sueño.
Ningún sueño puede ser un engendro surgido de la nada. El rostro me lleva, con los pies veloces por un camino de belleza inusitada, como una hamaca, de un lado para el otro. El camino puede ser interminable o bifurcarse en un punto de conflicto. Pero hoy, no estoy deprimido.
Imagen: Jean-Honore Fragonard - "El columpio"
Imagen: Jean-Honore Fragonard - "El columpio"