jueves, 15 de julio de 2010

De las flores


Le dí las flores, los hombres de su tiempo se rieron con sorna. La devaluación de las flores es una secuela triste que sigue a la desaparición de la estirpe caballera. Se sabe que, en los tiempos de la máquina, un caballero despojado, pasa por loco o payaso.
Le dí flores, y ella me miró, anonadada, mientras un coro de risas estallaba, ordinaria y disonante.
Es el tiempo de la "seducción continua". Los botones excitan el ánimo. Una máquina pasa de un botón a cien, y de cien a uno. Nada se queda quieto. Todo es vértigo. Como si el movimiento pudiese conjurar la soledad. Estar pegado al otro, comunicado, saber dónde está, qué está haciendo. Una comunidad infinita de islas que intentan acercarse, mutuamente, pero no para "saber del otro" o "dar", sino porque ese "saber del otro" me "da" la presunta tranquilidad de no estar solo, la obsesiva "neutralización" de la inseguridad física, el mal mental de la era de la máquina.
Las flores eran para el "otro". Las maquinitas nos proveen el control de nuestro vacío infinito, el control de nuestras distancias insalvables. Nosotros inducimos, futilmente, sobre las distancias, y con botones pretendemos que ya no estamos solos, ni lejos. Pero las islas están huecas, y debajo, ni siquiera está el mar. Sino el monstruo implacable al cual alimentamos con migas de un pan duro y enmohecido.
Las flores causan risa, porque no tienen el imán del metal, o el poder hipnótico del botón que me lleva de una puerta a la otra, de una isla a la otra. Puertas sin nada detrás, islas desiertas para siempre.

Imagen: La lección de música  - Johannes Vermeer

11 comentarios:

  1. el vértigo no conjura mi soledad...tengo una soledad tan desolada, diría Don Mario...necesito unas flores, una bebida espirituosa, un abrazo, un caballero...ya pasará, voy a ver si tecleo más rápido, tal vez, quien dice...No! no lo voy a hacer

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  2. Precioso y atrevido... Y Vermeer, mi adorado Vermeer...

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  3. En estos tiempos, me temo, abundan los seres dados a las seducciones fast track, los afectos de ocasión y las modas efímeras. Y para ellos, las flores deben ser una muestra de romanticismo démodé y hasta cursi. No obstante, y espero no pecar de ingenua, quiero creer que todavía quedan (quedamos) algunos que no pesamos igual

    Saludos y gracias por tu visita a mi blog.

    PS Esa cita de 'Fragmentos de un discurso amoroso' de Roland Barthes, es estupenda.

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  4. El tiempo de la máquina... es muy cierto. Regalaba flores todavía hace 15 años, ahora ya no lo hago, sólo las contemplo. Seguramente, ya no soy un romántico...

    Saludos.

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  5. Es tan cierto que las flores son para el otro y el control que garantizan las máquinas, una pretensión de compañía exclusivamente para uno mismo. La línea sobre el monstruo alimentado con migas de pan duro y enmohecido concentra el espíritu de esta época. Y esa imagen ... sí, como bien dice Ramón, Vermeer es ... entrañable. Esa vocación flamenca por la miniatura, por la recreación del detalle doméstico, de la textura de cada una de las cosas que nos rodean y nos componen.

    Estás creando una casa-galería y eso es hermoso.

    Beso entusiasmado.

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  6. No salgo mucho de casa, estoy la mayor parte del tiempo en silencio, quisiera hacerme muy pequeña y finalmente desaparecer.

    Así, en silencio y desde el exilio que elegí, te seguiré, porque prefiero las flores (las más pobres) a las máquinas.

    Te instigo a perseverar.

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  7. llego aqui a través del bosque de la larga espera, me gusta sentarme y observar tus letras en movimiento acompañadas de cuadros tan sugerentes.
    un saludo

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  8. El bosque de la larga espera me condujo hasta tu amasijo habitual y me gustó lo que encontré. A mí me encanta que me regalen flores ;-)

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  9. Somos como máquinas,con miles de botones inservibles,somos como botones que ya no caben en las máquinas,al final no estamos solos,ni somos uno,somos tantos,tantos dentro de un minuto,de un espacio que gira continuamente...que gira por los siglos de los siglos...las flores también son mentira,pero me gustan. Excelente trabajo,tienes ese algo que me hace pensar más allá de mí. Un beso. Makeda.

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  10. No sé Edmundo, a mi me encanta la tecnología y adoro las máquinas y la ciencia cuando están al servicio del hombre (y no viceversa). Todo depende del uso que les damos. Hay hombres que se ríen pero de pura envidia, porque jamás una mujer les vino con una rosa de regalo (Y viceversa). La soledad existió siempre y las flores siempre han sido hermosas. Siempre hubo caballeros y siempre villanos (a veces son la misma persona). Tu texto hermoso, también como siempre (y mi opinión desvergonzada perdón, como siempre). Un beso,

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  11. Sería crimen que la tecnología suplantara a la quietud del gesto. El peligro de que a través de ella perdamos la piel con el mundo(muchas veces me viene a la mente esta expresión de Stalker en una entrada en la que hablaba de la tendencia a dejar de vivir para "fotografiar"). Como seres sociales establecemos nuestro lugar en el mundo con respecto a los otros, porque esto es mucho más sencillo que reconocer que estamos permanentemente desubicados, como estrellas errantes que somos. La tecnología nos da las coordenadas de ese lugar con apretar una tecla.... Tras leerte venía pensando que existen demasiadas ficciones en las que las máquinas se apoderan de nuestras vidas y mentes. En las que un chip o una sustancia estimula zonas de nuestro cerebro que nos provocan sensaciones de un modo similar al que ocurre en los sueños. ¿Será que nuestras imaginaciones vernianas sospechan que existe un verdadero peligro de suplantación en la tecnología?No sé, en mi caso creo que tengo claro que el mundo no está detrás de esta pantalla sobre la que escribo, del mismo modo que procuro no poner un objetivo entre yo y el momento. Aunque sí reconozco haber encontrado personas-seguramente entre un mar de ficciones-, con sus ríos de sangre desplazándose entre su carne y sus huesos. Quizás mi total falta de expectativas pueda actuar como brújula....
    Me gustan las flores, aun las marchitas. Me conquistan el gesto caballeresco, y los locos perdedores que se enfrentan a los dictatoriales molinos de los tiempos presentes. Amo a los payasos de la vida y a los bufones si es así como pasan los caballeros ante los ojos de este presente desalmado.
    Es terrible, creo que me he enganchado a estos textos...

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