"Cuando pienso en mí mismo muerto
pienso en alguien haciéndote el amor
cuando no estoy por ahí..."
Charles Bukowski
El día de mi muerte, nadie se dará por enterado. Nadie extrañará mi presencia, mi amargura o mi alegría. Quedaré tirado en mi colchón, o en el baño, o en un sillón. La radio encendida, o el televisor, construyendo una realidad de ficción, paralela a mi cadáver.
Afuera, la gente seguirá en sus asuntos, corriendo de un lugar a otro, riendo de cualquier cosa, bailando, o velando a sus muertos. Nadie me velará. Nadie llorará ni esgrimirá frases comunes: "era un buen tipo".
No habrá oficios religiosos ni santa sepultura. No habrá pira ni responso. No habrá, claro, un instante antes de morir, una piadosa extremaunción.
El día que muera, no quedará rastro de mí sobre la tierra, ni en los libros, ni en la mente de algún hombre. La mujer que amo seguirá haciendo el amor con el hombre que ama, sin pensar en mi, ni un segundo.
Como mi propia existencia, mi materia se irá consumiendo despacio, entre gusanos y moscas revoloteando. Los aromas llegarán a la calle, pero nadie prestará mayor atención. Lo adjudicarán a los caños subterráneos, a la basura o quién sabe. La ciudad huele a podrido de todas formas.
Después, pasarán los días, y en algún lugar de la casa, quedará una mancha donde antes estuvo mi cuerpo. Pasarán los años, y probablemente, alguien reparará en la casa vacía. La tomará para sí, la limpiará de sombras, la pintará, la llenará de buenos aromas, y no se preguntará demasiado sobre sus habitantes pasados.
Imagen: Robert Motherwell - In Plato´s cave
Imagen: Robert Motherwell - In Plato´s cave