viernes, 20 de enero de 2012

Muerte (V)


El avión comenzó a hacer movimientos intempestivos y exageradamente violentos. Un chirrido del infierno. Una música de caños. La noche era muy negra, más negra que todas las noches de mi vida. No se veía, pero se presentía, que estábamos más cerca de la tierra y de una forma no adecuada. Se sentía la tragedia, como ahora siento, que la próxima vez que suba a un avión, estaré poniendo los pies en la las fuentes de la muerte, y será inexorable, aunque intente escapar a los aviones, no habrá forma de resistir. Peor para mí, que los aviones siempre me han resultado más excitantes que las mujeres. 
La clave es el número 9. No sé a qué refiere. En el sueño eran los pasajeros. Pero los sueños no tienen por qué ser literales. Por eso el avión parecía enorme para 9 personas. Siguió girando y silbando como loco unos segundos, cada vez más acelerado, como si estuviese en el núcleo de un tornado.
Un segundo o menos. Silencio absoluto. Creo que no llegué a aterrorizarme. Quizá no tomé conciencia. En un trance extraño pude advertir mi nueva forma de existencia, en un objeto minúsculo, insignificante. Pero sin embargo, vital. Quizá un portacirios.
Una nueva vida, intrascendente para el mundo, pero plena para mí, envuelta en una brisa de paz y goce extraño. Desperté temblando y sonreí, recordando algo que alguien me dijo hace poco: "Nadie sueña su propia muerte."

Imagen: Philipp Bartz

3 comentarios:

  1. O vos sos la excepción que confirma la regla o yo viví engañada toda mi vida. Estoy sumamente decepcionada, yo siempre me despierto antes del golpe...
    ¿Por qué temblaba Edmundo? El número 9 es, por cierto, sumamente interesante en su simbolismo. Dicen, pero no te creas todo lo que te dicen ;)

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  2. Afortunadamente para mí, conozco unas cuantas mujeres que me resultan más excitantes que los aviones(y hombres también, no te creas....)Pasando al texto, me parece un texto excitante, vertiginoso, exquisito. Lo he leído y he pensado que este era el texto que más me ha gustado de los que te he leído aquí(y sabes que suelen gustarme mucho). Y de repente he hallado un punto común entre tus pequeñas prosas(hablo de extensión, of course), y tus poemas. Y este es la economía, la sensación de que nunca hay una palabra, ni siquiera una coma de más(afortunadamente nada falta). Y de repente he pensado en mi abuela!!! Me explico, te he visto escribiendo, un poco como ella trabaja, como ella "escolle"(escoger). Sencillamente este trabajo consiste en ir revisando toda la carga que con un instrumento que se llama gancha(obvio que es un instrumento ganchudo), se saca del mar(sumergiendo la gancha en la arena, de similar modo que se hace en el campo), y se deposita en una gamela (barca). Generalmente las mujeres suelen ser las que "escollen". Sentadas en la gamela, se pasan horas revisando esa carga, separando las piedras, las conchas vacías, devolviéndolas al mar. Y atesorando la almeja, separándolas en especies. Es un trabajo arduo, meticuloso. Pero mi abuela lleva tantos años haciéndolo que sus dedos se mueven con la maestría de un pianista. Y por eso, quizas, después de leerte he pensado en ella. Porque percibo en ti la misma habilidad, que propablemente los años de trabajo, y de lecturas, han llegado a convertir en algo natural...
    Y te juro que lo que me ha hecho añicos ha sido esta frase "una música de caños",algo tan sencillo, tan extremadamente simple, en ese momento me ha conectado de golpe a la historia. Y, por cierto, me encanta esa próxima existencia tuya, en forma de "portacirios", creo-bueno, estoy segura- que me he sonreído y todo al leerlo. Pero, recuerda, que un portacirios, en su supuesta insignificancia, tiene para sí la responsabilidad de portar la llama, la luz....
    Y paro ya, que como siga así, me van a dar aquí las vísperas... Un beso enorme!!!

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  3. Nadie sueña su muerte aunque sí su agonía.

    Tengo tanto que hablar de la muerte estos días que no lo haré.

    Yo amo...

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