miércoles, 4 de abril de 2012

Muerte (VI)





La historia no registra una sucesión de muertos regresando del espanto y si, hordas de vivos abarrotando cementerios. Los muertos no narran ni tienen aventuras, sino en extraños libros que especulan sobre mundos subterráneos o paralelos. Supercherías para sostener o alivianar el peso de esa cruz aterradora.
Nadie sabe de la muerte pero cualquiera tiembla ante su trueno, como si se tratase de un dios mongol o la amenaza del castigo inscripta en libros milenarios.
El placer está regulado, precisamente, por esa incertidumbre. El goce es la cuerda del funambulista. La muerte drástica la corta con los filos de hipótesis sin mango.
De la muerte se infiere el infierno como pena, el ahogo constante o el agobio del fuego; o se infiere el desgraciado olvido, la vida como esa ráfaga fugaz que borra las huellas en la arena, se infiere el dolor de ya no ser, que en cierta forma, es también un castigo; o se infiere la mera putrefacción de los cadáveres, sin omitir los cuerpos que se empiezan a pudrir con precocidad.
La muerte es el péndulo en la garganta del goce. Ese péndulo de siglos que nosotros, estamos dispuestos a mantener "ahí". Es paradójico que, de lo único que no puede hablar el cuerpo sea el vérdugo de lo único que pone al cuerpo más allá del cuerpo, que lo diviniza, que lo trasciende.

Imagen: TOMOHIDE IKEYA

3 comentarios:

  1. Magnífico escrito, en todo sentido. Comparto totalmente que la intensidad de la vida radica en la consciencia de muerte.
    Igual no estoy tan segura que todo se acaba aquí (por eso de que hay cosas que la historia no registra).
    Me encantó. "El goce es la cuerda del funambulista. La muerte drástica la corta con los filos de hipótesis sin mango." Es perfecto.

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  2. La muerte invencible. Unas cuantas veces por semana pasa por mi lado y se lleva a alguno que la espera o a otro que no, y yo solo puedo mirar como la vida deja de serlo y se convierte en muerte sin poder hacer nada. Antes me preguntaba si la Muerte no se equivocaría al elegir, pero ahora ya no me lo cuestiono. Su trabajo, para bien o para mal, nos guste más o menos, es perfecto.

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  3. Pues mantengámonos sobre la cuerda del goce mientras nuestros pies descalzos nos lo permitan. Quizás sea el goce una especie de subversión ante la muerte, la victoria en pequeñas escaramuzas antes de esa batalla final, perdida de antemano. El goce y esos pocos instantes en los que se dimensiona una vida....Estos últimos textos son muy buenos. Beso

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