miércoles, 26 de junio de 2013

Abismal


Nadie comprende el sueño perturbador que sueña el otro. Nadie consuela. Nadie jamás se lo plantea sino a la distancia, cuando el sueño ya es apenas un eco imperceptible, una cicatriz.
Quien sueña el sueño, por otra parte, no puede contarlo en el abismo de la noche. Es como si la garganta estuviese rodeada de estacas puntiagudas, que al menor movimiento la atraviesan. O la boca la boca, sellada a plomo.
La pesadilla nunca termina al abrir los ojos. Es insistente. Trasciende incluso la mirada y se apodera de otras  regiones del cuerpo, de otros sentidos. La parálisis, la acritud, lo borroso, el hormigueo anestésico de alguna extremidad, el desconsuelo en el pecho.
El cuerpo aísla el estrépito del sueño, por eso quien duerme a nuestro lado no repara, apenas se mosquea, gira y sigue durmiendo, con la sensación, quizás, de que un pájaro ha graznado de modo insólito, o quién sabe sino arrastrado por la turbación de su propio sueño, mientras aguarda un brazo que lo rodee y le de sosiego.

3 comentarios:

  1. Como nacer o morir, el sueño es una aventura solitaria. Una experiencia placentaria e insular. Quién nos consolará de la vida, de la muerte, del sueño...Quién arribará con nosotros a cualquiera de esas orillas. Quién se agitará con el temblor de nuestra propia devastación...Es un texto magnífico este. Me hace percatarme de lo mucho que extrañaba a Edmundo, y de que esta es una vertiente tuya a la que le puedes sacar inmenso partido...Abrazo, amigo mío...Este es de los que me guardo...

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  2. Ni los sueños, ni las pesadillas, me duelen tanto como los que tengo últimamente despierto. Sueños que no se cumplen, pesadillas que me amenazan. Preferiría estar dormido, mi amigo.

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  3. allí estamos solos, con nuestra propia soledad arropándonos, somos infraemoción e infrapolución pulsante
    hasta que despertamos, o eso al menos parece...

    besitos

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